Enrico Martínez es conocido por haber sido el responsable del Tajo de Nochistongo, el intento colonial por crear un salida natural para las molestas aguas del Valle de México. Menos reconocida es su labor como editor, pese a ser el creador de la más relevante tipografía clásica de México que se conserva, según señala en su espléndido estudio Juan Pascoe (Cfr. La obra de Enrico Martínez, Taller del Martín Pescador). La forma en que Enrico Martínez se hizo de una imprenta es por demás curiosa (los interesados en seguir los avatares de esta historia rocambolesca pueden ir a Francisco de la Maza, Enrico Martínez, cosmógrafo e impresor de Nueva España). Martínez sirvió de intérprete, por su origen holandés, en el juicio con que la Inquisición despojó al flamenco Adriano Cornelio César, acusándolo de hereje, de la imprenta que poseía. Ante la negativa del editor Martín de Bribiesca por recibirla, la imprenta, con todos sus tipos e instrumentos, fue a caer en las manos del propio Enrico, quien se dedicó en cuerpo y cincel a construir una tipografía y a desarrollar toda una carrera como editor. (Este texto es un extracto de la nota Letras Libres y Enrico Martínez publicada por Ricardo Cayuela Gally en la revista Letras Libres).
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